Animaciones en el descanso de un partido

Tengo que enseñaros un vídeo que me pasó por Messenger el señor PaToRoCo. Está genial.

Se trata de una animación muy distinta a la que se puede ver en los descansos de un partido. En esta ocasión, una banda de música interpreta varias melodías de juegos típicos como Pokémon, Super Mario Bros. o Zelda, entre muchos otros. Además, acompaña con unos efectos gráficos con el movimiento de las personas que valga Dios el/la profesor/a que les ha enseñado y guiado.

Aquí os dejo el vídeo, cogido de una entrada del blog de «No puedo creer«:

Adivina quién es…

Como me dijo Albano (que ya tiene blog ¡uno más!), estas cosas están para poner cosas curiosas, graciosas o interesantes que encuentras por Internet, además de otras. Pues aquí va una de vídeos de Youtube, jeje. También me va a servir para actualizar mi blog, que desde que nació está más parado… mis pocas ganas de escribir se juntan con muchos otros motivos y con el estrés del momento: los exámenes de febrero.

A mi hermana la suelen entrar «fiebres» que la duran semanas sobre recuerdos de cosas de la infancia. Hace unas cuantas semanas fue con la película de «Mi vecino Totoro«, y estuvo toda la semana dándome la chapa con esto. Esta semana ha tocado con otra película de la infancia sobre el grupo «Parchís«. Esta película apareció grabada en una cinta VHF en la casa de mi abuela cuando aproximadamente yo tenía 9 años. La solíamos ver de vez en cuando, para contentar a mi hermana.

Bueno, lo curioso del tema es que, viendo vídeos en Youtube (la gran enciclopedia de los vídeos), encontramos uno en el que decía que Parchís se veía con otro grupo mexicano llamado Timbiriche. A la primera, David (Parrao para los apartamentos) reconoció a la chica rubita que sale hablando con el peque de la ficha… bueno, con el dado del grupo Parchís. Os pongo primero el vídeo y, sin mirar la solución abajo, intentad adivinar de quién se trata:

Sí, se trata de… ¡Paulina Rubio! Es fácil reconocerla, ya que sigue teniendo la misma voz de pito insportable, y cosa curiosa, sigue conservando el mismo acento mexicano. Aunque en lo que respecta al físico, no se parece en nada a ahora… bueno, en realidad no se parece en nada a hace 10 años, cuando no estaba tan operada como ahora.

El final nunca esperado llegó…

Desde ayer por la tarde, llevo viviendo las peores horas, minutos, segundos… de mi vida. Nunca pude imaginar que la tristeza llegara hasta estos límites, que se pudiera sufrir tanto por algo tan insignificante y rápido como la muerte. Sí, ayer 16 de enero de 2008 sobre las ocho de la mañana, murió mi abuela marterna Avelina. El aviso no me llegó hasta las dos y media de la tarde, cuando mi madre llorando me llamó para comunicármelo. El mundo se me cayó encima. El sábado anterior la encontré como siempre, y ahora ya no estaba.

Mi abuela, para mí, era como una madre más. Era una persona a la que nunca la veías triste o enfadada. Si alguien entristecía, ella lo arreglaba con unas de sus sonrisas y palabras para que recuperaras el ánimo. Por ello, todo el mundo la quería, y eso se ha visto en el tanatorio, en la iglesia y en el cementerio. Era de más de buena, con un corazón enorme. De hecho, no he conocido aún a nadie que tuviera alguna crítica sobre ella, o alguien con quien estuviera enfadada. Sinceramente, creo que no existen.

Una persona joven de 73 años (cumplía 74 en cinco días, pero no llegó) que nunca había caído enferma, pero que la mala suerte la llegó el día que su sangre se reveló contra ella. Tras una hemorragia cerebral, algunos infartos cerebrales, múltiples trombosis cerebrales y no más que varios ataques epilépticos, seguía resistiendo, peleando por vivir. Era de esperar su final, pero nunca te preparas para ello.

Ahora ya no la tengo a mi lado. Ninguno de la familia la tenemos, y la echamos muchísimo de menos. Sólo esperamos que descanse en paz, que ya se acabó ese sufrimiento de ir viendo cómo pasa el tiempo, sin esperanzas de recuperación, esperando la temida muerte. Siempre sabrá que entre su nieto y ella ha habido un vínculo especial que nunca se podrá olvidar, que siempre que quiera tendrá disponible un abrazo y un beso lleno de mimos.

Siempre estarás en mi corazón. Nunca olvidaré los buenos momentos vividos. Ahora descansa en paz y disfruta de la vida eterna (en el caso de que existiese).

Feliz Navidad y próspero Año Nuevo

Me hace especial ilusión felicitaros a todos los que visitáis mi blog (que por ahora puedo contar con los dedos de una sola mano) las presentes navidades, y sobre todo por ser la última madrugada (esas en las que yo siempre estoy despierto) de este año al que tengo tanto desprecio, el 2007.

Sí, este año ha sido una pesadilla, ya que muchas cosas han salido mal (sobre todo con Hacienda, que en vez de recaudar impuestos, atracan a los contribuyentes a mano armada y sin ley por medio que nos proteja) aunque otras han ido muy bien, como eso de aprobar todas las asignaturas del curso (llevaba dos años sin pasarme). También tengo que reconocer que desde 2004 los días han sido bastante más tristones, exactamente a partir del 1 de mayo de 2004 a las 00:30 horas, cuando perdí a mi abuela Avelina en cuanto a su forma psíquica, ya que como física sigue ahí. Pero bueno, pasarán los años que cicatrizarán las heridas que actualmente están abiertas.

Buf, me estoy poniendo muy triste y no quiero, que es Navidad y es una época en la que se ha de estar feliz y animado, aunque lo que es en mi familia el espíritu navideño este año no ha pasado, de hecho, mi casa no tiene ni un adorno (he de reconocer que por vagancia, por no ponerlos y quitarlos, jeje). En lo que se refiere a adornos navideños tengo que destacar que en Aranda de Duero, mi pueblo natal, este año se han esforzado mucho y han decorado todas las calles, plazas y demás con abundancia y elegancia. ¡Un minipunto para el alcalde Sr. Briones! Siempre ha tenido buen gusto en decoración, la verdad.

Y para no alargar más esta entrada, desearos a todos una feliz navidad y un próspero año nuevo 2008, el cual espero que sea bueno para mí y para vosotros. No os atragantéis con las uvas dentro de unas horas y a salir por ahí en Nochevieja para estrenar el año como Dios manda (eso sí, abrigaditos que el tiempo no acompaña).

Viaje a Turín (Italia). Parte final: la vuelta.

Ya finalmente nos queda el regreso a España. Se preveía tranquilo y calmado, y en parte lo fue, pero no del todo. Tras levantarnos el domingo y recoger toda la habitación de Rubén, que ya andaba en un proceso de conquista bastante avanzado, partimos hacia un bar que era la estación de autobuses para regresar al aeropuerto de Milán de nuevo. Un viaje bastante tranquilo, aunque nuestras caras señalaban haber pasado una gran-corta fiesta la noche anterior.

Avión de easyJet de vuelta a EspañaYa en Milano-Malpensa, comimos un poquillo y facturamos con cierta tranquilidad. Pasamos el control con una revisión más exhaustiva que en Madrid, donde perdimos mis más vitales caducados y la mascarilla de cinco euros de Naza, pobre. Como teníamos tiempo nos quedamos sentados esperando a que llegara la hora de embarque. Menos mal que media hora antes se nos ocurrió ir para la puerta de embarque, porque la cola que se preparó era de cine. Nos volvió a entrar el miedo en el cuerpo: ¿toda esta cola para montar en el avión? ¿y vamos a caber todos en el jet privado ese que ofrece easyJet? Menos mal que nuestros ángeles de la guarda nos ayudaron y sí pudimos entrar en el avión. El viaje de vuelta muy tranquilo, sin ningún sobresalto y sin apenas turbulencias.

Aparcamiento de enfrente de los apartamentosYa llegamos a Madrid, sanos y salvos. Recogimos a Maleto, que no llegó tan sano y salvo, el pobre sufrió un ataque «rojo» en un costado… Bien, ahora ya concienciados en regresar a Valladolid en coche y con tiempo para poder llegar a ver Aída, nos dirigimos hacia el parking a pagar la ruina de estancia (62,65 euros los muy ca…). Nos montamos en el coche y… ¡sorpresa! el coche no arranca. Quince años arrancando a la primera y en el momento menos oportuno coge y nos deja tirados. Puta batería, va y se agota ahora, dale que dale a la llave y que eso no rulaba. Ale, a llamar a casa para informar de la situación. Mi padre chillando por detrás nervioso, mi madre calmándole y mis tíos dándonos instrucciones para solucionar el problema. Total, que nos juntamos con el servicio de arranque del parking y el servicio de asistencia en viaje del seguro en un momento. Gracias a ellos pudimos arrancar y salir viaje a Valladolid. Sólo fue la batería, aunque el coche sigue ahí en la calle tirado (el aparcamiento está en la foto, pero no se distingue el coche).

Y como tiñosos que nos volvimos (lógico, nuestro presupuesto ya estaba totalmente disparado) sólo se nos ocurrió meternos por el desvío del peaje de la autopista AP-6. Y digo esto porque la ola de frío ya estaba aquí y la carretera, a la par que oscura estaba helada. Con cuidado y buena letra conseguimos volver a reengancharnos a la autopista (todo esto con el carnet de conducir en el apartamento), perdiendo mogollón de tiempo. Pagamos los 2,65 euros del peaje y regresamos tranquilos a Valladolid.

Y aquí acaba nuestro gran viaje. Espero que os haya gustado la historia… y menos mal que no la habéis vivido, porque mis nervios acabaron curtidos, junto con los de Naza. Eso sí, a viaje entretenido no nos ganó nadie, ¿verdad? Para la próxima, yo creo que en vez de ir a Madrid, cogeremos el avión en Villanubla para evitarnos de grandes problemas. ¡Hasta la próxima Rubén! que aún tenemos pendiente una gran noche erasmuriana por Turín, ya que suspendimos la primera, jeje.