Y se vuelve a repetir la historia…

Hola de nuevo, lectores y lectoras (como insta el Gobierno a que digamos).

Lo primero de todo y antes de comentar nada, me gustaría pediros perdón por no escribir tan a menudo. Y el caso es que no será por temas, ya que podría hablar de bastantes y más seguidamente, pero es que aún no he encontrado «mis ganas de hacer cosas» y el cansancio del día a día no ayuda a encontrarlas. Algún día las encontraré, ¿dónde se habrán metido?

Lo que hoy venía a comentaros es una noticia que acabo de leer en un periódico digital (Diario de la Ribera) de mi pueblo-ciudad, Aranda de Duero. Bueno, en realidad la noticia no se refiere esta vez a un acontecimiento que vaya a ocurrir en Aranda, sino que la pilla de refilón.

Poniéndonos en antecedentes

Resulta que ya hace unos años un gran empresario vino a nuestro pueblo-ciudad para decirnos que nuestra plaza de toros estaba vieja y era peligrosa. Algunos se lo tomaron en serio y apuntalaron la plaza por dentro, haciendo que el resto nos lo creyéramos (he de confesar que los hierros saliéndose de las vigas hacía su trabajo también). Así que nuestra quedirísima «La Chata», construida por todos los arandinos hace 100 años con el sudor de su frente, fue derruída.

Este empresario nos trajo un gran producto: una plaza de toros nueva, cubierta, con muchísimas localidades, con posibilidad de hacer conciertos en su interior, con unas piscinas cubiertas, con un centro comercial, con un museo, con un parking subterráneo y otro exterior, con una pista de hielo… y seguramente más cosas, demasiadas creía yo en su momento. A todos los arandinos este producto nos encantó, así que le dijimos a todo que sí y ¡manos a la obra! Nos pusimos muy contentos.

Ahora viene la realidad. Resulta que de ese producto ha quedado un aborto (no tiene otra definición). Creo que de todo lo prometido, no sé si es que se rompió el papel o se corrió la tinta, que se quedó con «una plaza de toros nueva, cubierta, con muchísimas localidades, con posibilidad de hacer conciertos»… y ya. El resto simplemente desapareció. Eso sí, al lado salieron ciertas casas pegadas a la antigua carretera N-1 (y pegadas es pegadas), una casa de guarda con demasiados pisos (lo único rectificado, olé), un ruedo que debió encoger con la lluvia (sino no lo entiendo)…

Ah, y lo más importante: la plaza de toros ya no es de los arandinos, ahora es de este señor empresario. Un convenio firmado en su momento decía que el ayuntamiento podía disfrutar de la plaza de toros, sin coste alguno, durante 12 días. Pero del dicho al hecho, hay un gran trecho, como todos podemos recordar con el concierto de El canto del loco unas fiestas patronales (se requería cierto dinero al ayuntamiento por la venta de entradas y no sé qué más rollos).

Lo nuevo

Lo curioso viene ahora. En la noticia que puse al inicio se puede leer el siguiente titular:

«Victoriano del Río promueve una plaza de toros en Miranda de Ebro».

No puedo describir la reacción que he tenido. Ha sido una mezcla de «otra vez no», de salir corriendo a avisar a todos los mirandeses, de enfadarme aún más con el gran empresario, de revivir todo lo pasado… no sé, demasiadas sensaciones desagradables por milésima de segundo.

Posteriormente, tras leer los comentarios de la noticia, he podido comprobar que mis sensaciones eran compartidas por todos los arandinos. Las mismas diría yo. Incluso en ellas se puede ver el cariño que le tenemos todos.

Conclusión

No puedo entender cómo un empresario como este, que ha demostrado que sólo se guía por el dinero, el interés de conseguir lo que quiere al precio que sea, de quedar mal delante de más de 32.500 personas, de conseguir crear una Plataforma Ciudadana por la Plaza de Toros de Aranda de Duero, de dejar un coso ilegal y sin permisos finales como un muerto a todos los arandinos, de no cumplir… tiene la vergüenza de aparecer unos kilómetros más arriba de la provincia para intentar repetir la misma hazaña.

Espero que esta vez los mirandeses se den cuenta de la situación y no se vuelva a repetir lo que pasó aquí. Que ojalá consigan una plaza de toros con todo lo prometido y con un convenio ayuntamiento-empresario bien atado para que no haya problemas. Tengo la esperanza de que alguien enseñe a este empresario lo que es cumplir promesas, cumplir convenios, cumplir la ley… que creo que esa lección no la aprendió en su día.