Mi primer año con blog

Ya ha cumplido un año desde la andadura en este mini-blog (por las veces que lo actualizo merece llamarse así). Mi primera entrada, en la que aún no sabía ni cómo titular al blog, data del 8 de noviembre de 2007, es decir, ayer.

Parece que desde entonces no me he desviado mucho de los temas a tratar, la «visión» como dirían algunos. Al principio no sabía de qué hablar, ni cómo expresarlo… pero con el tiempo vas cogiendo la práctica tanto al CMS de WordPress como a la forma de redactar (¡hasta me han admirado por lo «bien» que redacto!).

Como dije en su día, hay entradas que hablan de la «mala suerte» que suelo tener, ya puede ser el momento más triste de mi vida o los pequeños problemas con la entrevista en Telefónica I+D (la más reciente). También hay entradas un poco frikis, como aquella que hablaba de los principales autores en la historia de la informática y la telecomunicación, o de las que trato los problemas y soluciones del día a día con el ordenador. Aunque creo que las que más abundan son de las chorradas o momentos de la vida que me van ocurriendo o que voy viendo.

Sólo espero seguir escribiendo en este blog, si puede ser con más frecuencia (la vagancia es lo que hace) y que las historias sean algo más alegres, que eso espero conseguirlo una vez pase este año (sí, este año es año fatídico, que no salgo de un entierro familiar que voy a otro, me están destrozando el alma).

¡Ya elegí título!

Bueno, sólo decir que por fin se me ha ocurrido un título. Al final lo he decidido por mí mismo… casi nadie me ha ayudado en los comentarios, ¡y eso que lo puse de frase en el Messenger! Sólo comentó Bydiox y me dijo que debería ser personal, y por ello elegí éste, que es bastante personal, ya que el nombre escrito así tiene historia y la frase… pues también, jeje.

El nombre viene de una anécdota que tuve con un profesor de la E.S.O. en el Colegio Claret de Aranda de Duero llamado Alejandro (sí, el profe de ¡ni flores! y que se emocionaba contando las clases… y que además era superduro en los exámenes). A él siempre le gustaba llamarme Rafa, que para amigos y conocidos me gusta, pero para la familia y los profesores me suena muy raro, exceputando a mi jefa de este verano, Elena, que no me sonaba mal. El caso es que un día me harté y siempre que me llamaba Rafa, yo le contestaba «…el». El profesor se quedaba todo pillado (no contestaba a su pregunta), y tras varias veces, creo que en algunas me llamaba Rafael. Luego terminé la E.S.O. y me tuve que ir a hacer el Bachillerato a otro lado.

Y en cuanto al resto de la frase, todo es culpa de estos amigos de Valladolid. El primer año que vine para la capital de la región, yo era un niño bueno de pueblo-ciudad muy casero, de esos que parece que no había roto un plato en su vida. Pero tras conocer a todos «capullos» y «capullas» de los pueblos de la región (sí, sois mis capullos que siempre vais a estar a mi lado, aunque la flor crezca), acabaron por «desgraciarme» y hacerme universitario a pasos agigantados. Desde ahí, empezaron a decirme que era «la voz de la inconsciencia», ya que salía el que más, bebía como un buen arandino (borracho pero fino) y aguantaba luego para ir a clase durmiendo apenas 3 horas. Ahora recuerdo esos momentos y me alegra haberos conocido a todos y a todas, aunque ya no salga tanto como antes, que ya tengo ganas de ser ingeniero.

Pepito Grillo, la voz de la in-consciencia

Y para remate, David (o más conocido como Parrao, el radiopatio de los apartamentos) me regaló en un amigo invisible que hicimos un muñequito muy majo, del cual os dejo una foto arriba. Ahora Albano va a saber cuál fue uno de los tres regalos que me hicieron, jeje.